“Con carácter, pescadito frito y mucha vida en la calle”. Así definen el barrio de la Barceloneta decenas de turistas que deciden hospedarse cada verano en la zona para disfrutar de sus vacaciones. No en vano, el barrio pesquero más famoso de la ciudad condal, es una de las atracciones turísticas más visitadas. Serán sus años de historia, será su mezcla de generaciones y culturas. El caso es que la Barceloneta, enamora.

Nuria camina con paso firme. Lleva, como dice el refrán, ‘un pan debajo del brazo’. Y es que, como todas las mañanas desde hace ya casi setenta años, viene de recoger el pan de payés del forn Baluard, famoso por las enormes colas que se crean en sus puertas, siempre con gente deseosa de probar su pan cocido en horno de leña. Nuria es ‘nacida en la Barceloneta y de aquí ya no me muevo’. Ha criado a sus tres hijos en la transición que ha ido viviendo el barrio (su barrio). Desde el inicio obrero hasta el barrio marinero y cosmopolita que es ahora.

Las calles huelen a gazpacho y a mar y las terrazas viven sus mejores días. Los hosteleros de la zona trabajan a destajo, sin horarios, pero saben que por estas fechas toca aguantar el tirón y asegurarse un invierno tranquilo. Bajo los toldos del bar de Pep, conviven alegremente unos jóvenes franceses que desayunan un café bien cargado junto a unos vecinos de la calle del Mar, que aprovechan la sombra que les cobija para almorzarse un bikini y una cervecita bien fría. Es, lo que bien se conoce como ‘un buen vermout barcelonés’.

El barrio de la Barceloneta se encarga, orgulloso, de eliminar todo tipo de prejuicios y tópicos de la mente del turista. La zona, bohemia y mediterránea, está a un paso de la playa más conocida de la ciudad y ofrece un sinfín de marisquerías y bares de tapeo que hacen las delicias de los extranjeros que inspeccionan el barrio.

ALIANZA CON EL MAR

Ganándole terreno al mar allá por el año 1477, el barrio se construyó encima de la solidificación de unos sedimentos y ello hizo que no se levantaran edificios de más de dos alturas. El aspecto de pueblecito dentro de la ciudad sigue impresionando hoy en día ya que muchas de las casas bajitas predominan por las principales calles de la zona.

Los vecinos han sabido siempre beneficiarse de esa alianza que tienen con el mar y se congratulan de aparecer en las guías turísticas más ‘in’ de la capital catalana. La Barceloneta aprovecha el leit motiv marinero que hila todas sus calles y sus restaurantes, conocidos por ofrecer los mejores arroces y pescados y hacer las delicias de turistas ávidos de gozar de la gastronomía mediterránea.

En un barrio muy pueblo, el pequeño comercio todavía resiste y sus vecinos miran al mar consiguiendo olvidar que a sus espaldas dejan la gran urbe.

Cerca del centro de esta gran ciudad, la Barceloneta se presenta como un oasis entre el asfalto y acoge a grandes y pequeños favoreciendo la integración de los turistas entre sus lugareños de toda la vida.

LOS ‘COROS MUDOS’: Las fiestas de La Barceloneta

El matiz familiar que aúna a todos los vecinos de la Barceloneta se ve potenciado cuando el barrio celebra sus tres días de fiesta. Lo que la gente conoce cariñosamente con el nombre de ‘coros mudos’ es una celebración lúdico recreativa de carácter humorístico. Agrupaciones de la zona sin ningún tipo de interés musical, ensayan durante meses para presentar el sábado anterior a Pascua Granada sus piezas teatralizadas donde lo más importante es pasarlo bien y satirizar la sociedad.

Esta fiesta, con identidad de hermandad y familia, se conoce como ‘los coros mudos’ porque nada tienen que ver con orfeones y músicos profesionales. La Barceloneta tiene mucho de mar y más de arte. Para entenderla hay que vivirla y para ello, lo mejor es alojarte es estos apartamentos de la Barceloneta